La aprobación en 11 países de la tasa de transacciones financieras (TTF), conocida como Tobin tax podría suponer la recaudación de entre 30.000 y 35.000 millones de euros al año, según los cálculos de Bruselas. España podría recaudar casi 5.000 millones de euros al año.
Su importancia es simbólica además de económica, puesto que sirve para mostrar que los políticos están dispuestos a controlar a los bancos, y se aplicará en un bloque de países que representa a dos tercios de la Unión, respondiendo además a una popular reivindicación ciudadana.
El objetivo de este nuevo impuesto europeo es frenar la especulación y hacer que la banca asuma parte de los costes de la crisis. El veto de Reino Unido ha hecho imposible un acuerdo a 27 y ha empujado a once países –entre los que están también Italia, Portugal, Grecia, Eslovenia, Austria, Bélgica, Estonia y Eslovaquia– a avanzar en solitario mediante una cooperación reforzada.
La tasa gravará con un 0,1% las transacciones de todo tipo de instrumentos financieros -excepto los derivados, a los que se les aplicará un 0,01%- en las que esté implicada una institución financiera basada en uno de los 11 países participantes o que actúe en representación de un cliente basado en estos Estados.
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